Rodilla del corredor
Actualmente se ha implantado en la sociedad una pasión por el deporte a todos los niveles: los gimnasios llenos, los fines de semana las bicis inundan las carreteras y es imposible no ver a alguien practicando running cada día. Desde Clínicas Lobo nos congratulamos de esta fiebre deportiva que parece que ha llegado para quedarse y que tantos beneficios va a reportar a la población de este país en un futuro.
Sin embargo, existe un lado negativo a esta tan positiva noticia, hablamos de las lesiones producidas por la práctica deportiva, ya sean de carácter traumatológico como por aquellas producidas por un excesivo entrenamiento. Dentro de este último grupo se encontraría la protagonista de este artículo, hablamos de la tendinitis de la cintilla iliotibial o rodilla del corredor.
Esta dolencia afecta principalmente a corredores de larga distancia y a veces a ciclistas. Se trata de una tendinitis de la banda iliotibial pudiendo ir acompañada de un proceso inflamatorio de la bursa. Los síntomas en carrera son progresivos comenzando a los diez, quince minutos e impidiendo al runner el continuar en la carrera, suelen aumentar en ritmos lentos de carrera y cuando esta es cuesta arriba.
Los factores más comunes que producen esta patología o que favorecen su existencia son el sobreentrenamiento, la inexistencia de unos estiramientos adecuados, posibles dismetrías de miembro inferiores, un calzado no apropiado y la existencia de una pronación excesiva en carrera.
¿Cómo actúa la fisioterapia en este caso?
Se intentará corregir posibles disfunciones biomecánicas en miembros inferiores, técnicas para relajar la cintilla iliotibial y la musculatura adyacente: técnica de ganchos, punción seca, electroterapia, masoterapia, vendaje neuromuscular, técnicas antiinflamatorias y analgésicas, se realizarán ejercicios activos por parte del paciente, estiramientos, trabajo propioceptivo y se recomendara una vuelta progresiva al entrenamiento.
Para terminar comentar que el uso de plantillas con contención interna que produce un control de la medilización del pie (pronación) y una menor tensión en la cintilla ilitibial (cara externa de la rodilla) son fundamentales en los casos en que existe un patrón pronador en el corredor.