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Recomendaciones para prevenir el pie diabético

Prevenir el pie diabético

La diabetes es una enfermedad de tipo crónico muy frecuente en la sociedad actual.

Su importancia viene dada por las repercusiones que provoca en la salud de la persona que la padece, así como por los trastornos que origina en su calidad de vida. Un buen control de la  diabetes evitará la aparición de complicaciones a corto y largo plazo.

El pie diabético es una de las complicaciones más frecuentes de la diabetes. La alteración del sistema nervioso, los problemas de circulación y las infecciones pueden causar serias alteraciones en los pies. Sin un control adecuado de la diabetes los problemas de los pies pueden llegar a complicarse y agravarse.

La alteración del sistema nervioso se puede manifestar con la pérdida de la sensibilidad en los pies y como consecuencia de esta alteración el diabético puede no sentir el calor, los golpes o el dolor. También esta alteración en el sistema nervioso periférico puede provocar una sensación de calambres, hormigueos… en las piernas y en los pies.

Además, se pueden producir deformidades en los pies como dedos en garra, dedos en martillo… que son puntos de presión anormales que pueden ocasionar ampollas, rozaduras,... Las zonas de roce y presión excesiva pueden provocar la aparición de hiperqueratosis (durezas) que unidas a problemas de apoyo, ausencia de sensibilidad o trastornos de circulación llegar a causar úlceras.

La circulación de la sangre en los pies disminuye con la edad y también como consecuencia de un mal control de la diabetes. La mala circulación y la pérdida de sensibilidad en los pies pueden favorecer que se hagan heridas más fácilmente en los pies y que las lesiones tarden mucho tiempo en curarse.

Para prevenir estas lesiones es muy importante que las personas con diabetes realicen un adecuado cuidado de sus pies y eviten los factores de riesgo como el tabaco, el alcohol y realicen ejercicio controlado diariamente.

El cuidado de los pies es fundamental en las personas con diabetes. Las personas con diabetes deben acudir al podólogo periódicamente para revisarse los pies.

Los podólogos recomiendan para prevenir el pié diabético

Lavado diario de los pies en agua tibia

La temperatura del agua la pueden comprobar con un termómetro de baño, para evitar quemaduras en pacientes con afectación de la sensibilidad. No dejar los pies en el agua más de cinco minutos, por el riesgo de maceración, sobre todo a nivel interdigital (entre los dedos). Deben utilizarse esponjas o manoplas suaves, evitando las de crin o las ásperas, y evitar también el uso de cepillos. De esta forma evitaremos la posibilidad de provocar pequeñas erosiones en la piel. Hay que lavar todo el pie, sin olvidar las áreas localizadas debajo y entre los dedos.

Utilización de jabones

La elección del jabón adecuado dependerá de muchos factores entre los que se incluyen la edad, la textura de la piel, los problemas de la piel… Para los pacientes diabéticos se recomienda la utilización de un jabón neutro o con pH ácido.

Secado exhaustivo

Es muy importante secar bien los pies después del baño, sobre todo en los espacios interdigitales (entre los dedos). El secado debe realizarse mediante contacto con una toalla suave, evitando la fricción para no erosionar la piel.

Hidratación de la piel

La sequedad de la piel que muchos pacientes diabéticos presentan, y que se manifiesta con descamaciones, rugosidades, callosidades, grietas, puede prevenirse y eliminarse con la utilización diaria de cremas, aceites o lociones hidratantes. Existen múltiples productos en el mercado con diversas composiciones que cumplen este objetivo. Por lo general se utilizan productos específicos para los pies que contengan urea, lanolina o vitamina F.

Debe aplicarse una fina capa de crema por todo el pie, evitando los espacios interdigitales para no provocar maceración, aplicando un suave masaje para facilitar la óptima penetración del producto.

Después del lavado, el paciente diabético debe revisar sus pies diariamente, para la búsqueda de durezas, grietas, heridas, infecciones, cambios de color, úlceras...

La mejor forma es sentado y con buena luz. Si se tiene dificultad para realizar un buen examen puede ayudarse de un espejo. En caso de incapacidad para realizar esta revisión, algún familiar o cuidador deberá ser quien examine los pies.

Elección del calzado adecuado

Lo lógico sería que el calzado se adapte a nuestros pies y no a la inversa, por lo que un buen calzado sería el que respetara la fisiología de los pies, es decir, que se adaptará tanto al largo como al ancho del pie. A la hora de elegir el calzado es importante tener en cuenta las diferencias personales: el calzado será diferente según la edad, la actividad que se vaya a realizar... La mujer es quien utiliza más frecuentemente un calzado inadecuado.

El calzado femenino no ha de ser completamente plano, el tacón debe ser ancho y no de más de tres centímetros de altura. Así mismo debe ser suficientemente ancho, tanto de antepié como de puntera. Los calzados de puntera estrecha pueden deformar los dedos de los pies, ya que éstos no tienen suficiente espacio para colocarse. Se recomienda el comprar el calzado a última hora de la tarde, ya que a lo largo del día el pie se suele hinchar un poco. Es necesario probar los dos zapatos. El calzado debe ser cómodo desde el primer día y la aparición de rozaduras y ampollas no la podemos considerar normal.

El calzado debe ser de materiales transpirables y flexibles.

Preferiblemente cerrados y acordonados, de tacón bajo, cómodo y bien ajustado al pie. El traumatismo debido al calzado es el desencadenante más frecuente de las lesiones en los pies. Las personas con diabetes deben usar siempre calzado y evitar caminar descalzos. Con los zapatos usar siempre medias o calcetines. Las medias y calcetines deben ser de algodón, hilo o lana; de tamaño adecuado; sin costuras, ni remiendos ni dobleces; ni demasiado holgados ni demasiado estrechos. No deben utilizarse ligas.

Debe consultar al Podólogo/a ante:

  • Corte, heridas o lesiones en los pies.
  • Uñas encarnadas o engrosadas.
  • Cambios de color en los pies.
  • Deformidades en los pies y en los dedos.
  • Cambios en la sensación de dolor.
  • Aparición de durezas, ampollas, callosidades

El podólogo es el profesional sanitario especializado en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de los pies. No dude en consultarle ante cualquier problema

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