Bruxismo y fisioterapia
El bruxismo hace referencia a una alteración de la articulación temporomandibular, que se caracteriza por que se aprietan o rechinan los dientes (parafunción mandibular) con mayor incidencia por la noche, aunque también puede tener lugar por el día.
La causante de esta alteración biomecánica de la mandíbula es principalmente el estrés, aunque existen otros desencadenantes de la aparición del bruxismo como pueden ser trastornos del sueño, una mala alimentación y mordidas inestables o cruzadas.
Los síntomas son cefaleas, cervicales, dolor de hombros y dolor agudo en músculos y articulación temporomandibular.
Aunque el diagnóstico es papel principal del dentista y el maxilofacial, que estipulararán la colocación de una férula de descarga, la cual va a disminuir los síntomas, aunque no tratara las causas. Desde la fisioterapia también podemos poner nuestro grano de arena en el tratamiento de esta dolencia mediante distintas técnicas, como pueden ser: técnicas de relajación, masajes circulares en la musculatura mandibular, ejercicios pasivos realizados por el fisioterapeuta, ejercicios activos realizados por el paciente; algunos ejemplos de estos podrían ser los siguientes:
- Abrir la boca 10 veces, con 5 segundos de apertura y 5 segundos de relajación.
- Desplazar el maxilar inferior hacia un lado, alternando las direcciones. Es recomendable repetir el ejercicio unas 10 veces.
- Protruir 10 veces el maxilar lentamente y retraer 10 veces más.
- Flexión cervical diez veces.
- Hacer doble mentón con la cabeza en posición neutra.
Estos ejercicios realizados para trabajar la articulación temporomandibular en casos de bruxismo, junto a los masajes de la musculatura, las técnicas de relajación y el tratamiento prescrito por el maxilofacial es un claro ejemplo del tratamiento multidisciplinar de una patología concreta.